LEYENDA DEL VALLE DE WIÑAY MARKA, HOY LAGO TITICACA
(Tradición oral recogida por VICTOR OCHOA)
Por las orillas del Lago Titicaca, existe una leyenda que dice que la creación del mundo duró muchos siglos y, durante este tiempo, Apu Qullana Awki creó el Universo: la tierra, el cielo, los
mares, ríos, lagos, animales, las plantas, la gente, las estrellas, etc. Cuando terminó de crear el mundo Qullana Awki se fue a vivir a una de las montañas más grandes del altiplano, que se ubica
cerca del lago; pero dejó un mandamiento para la gente.
En aquellos tiempos, todo lo que hoy ocupa el lago Titicaca era un paraíso llamado Wiñay Marka (Ciudad Eterna), donde no había odio, envidia, ni riñas entre los hombres. Era un valle hermoso. Lo
único que tenía que cumplir la gente era el mandamiento del Apu, que era no subir ni escalar la montaña sagrada, donde moraba el Apu, y que se identificaba por las llamas que ardían en la cima de
aquella montaña.
Sin embargo, un día la gente, instados por el Awqa (ser maléfico) escalaron la montaña que protegía a todo el Valle Sagrado. El Awqa hizo creer a la gente que, llegando a la cima de aquella
montaña, iban a convertirse en seres superiores, tan igual y aún más que el Apu Oullana Awki.
Entonces por esta desobediencia Apu hizo salir de las cuevas muchos pumas que devoraron a la gente. Todo fue una carnicería que hizo correr lagunas de sangre.
Ante esta situación, el padre Sol lloró inconsolablemente durante cuarenta días y cuarenta noches; las lágrimas del Sol habían formado una inmensa laguna, que ahogó a todos los
pumas que han matado a la gente.
De esta destrucción se salvó poca gente, que dijeron: Qaqa titinakawa (son pumas grises). Así nació el lago y su nombre.